Turismo post-20-A

Durante este mes de abril se ha publicado en Alemania el libro «¿El turismo aún tiene futuro? Evolución o revolución» con la participación de varios autores de la industria e investigación turística alemana. Agradezco al coordinador del proyecto, el Prof. Harald Pechlaner (Universidad Ingolstadt), haberme incluido en esta publicación, dentro de un capítulo más amplio sobre la investigación que realizó en Tenerife con un grupo de estudiantes durante la semana del 20 de octubre del 2024, cuando se produjeron las protestas en las zonas turísticas.

«¿El turismo aún tiene futuro? Evolución o revolución» (abril 2025)

Como el libro se ha publicado en alemán, comparto un extracto traducido de mi aportación (fue escrito pocos días después de la manifestación del 20 de octubre):

«¿El turismo aún tiene futuro? Evolución o revolución»
(extracto del capítulo 7.8.5)  

«El 20 de abril de 2024 diferentes grupos ecologistas llevaron a cabo manifestaciones multitudinarias en todas las Islas Canarias bajo el lema «Canarias tiene un límite«, con una nueva convocatoria -seis meses después- para el 20 de octubre. La movilización inicial de abril, aparte de lograr proyectarse en todas islas (que ya es complejo de por sí), trajo una novedad muy importante: por primera vez en la historia de Canarias no estamos ante movilizaciones de un conflicto social-ambiental específico con un fin concreto, sino ante un cuestionamiento general del modelo económico-turístico. Las movilizaciones ecologistas existen en Canarias desde el inicio del turismo de masas, en los años 60, pero nunca antes habían conseguido socializar cuestiones medioambientales, vincularlas con problemas democráticos y politizar la problemática en tal medida.  

En este contexto, el eslogan «Canarias tiene un límite» no es nuevo, pues ya en 2008 fue utilizado, pero con una coletilla importante: «Canarias tiene un límite: ni una cama más«. En dicho caso, el objetivo fue específico, contener el crecimiento turístico («límite» se refería a algo concreto: un tope de camas turísticas). No obstante, en la actualidad, al limitarse el mensaje central al eslogan «Canarias tiene un límite», se le da un nuevo contexto más abstracto al término «límite», pues cada cual puede hacer su propia interpretación. […] Esto explica la composición tan heterogénea de los manifestantes: desde grupos puramente ecologistas hasta una asociación de camareras de pisos, asociaciones por el derecho a un “acceso justo a la vivienda”, partidos de izquierda, etc.

La composición heterogénea y la radicalización

Esta variedad de perfiles de manifestantes ya indica la obvia problemática organizativa entre los diferentes convocantes en cuanto a una estructura de movilización estable, una visión estratégica y una capacidad de organización estable en el tiempo, que posiblemente no logren consolidar.

El número de participantes en Tenerife descendió de unos 30.000 a 6.500 entre abril y octubre, significativamente menos en las demás Islas Canarias, por ejemplo, en Gran Canaria alrededor de 1.500 en octubre (promedio de aprox. 0,45% de la población).

Es importante acentuar que la turismofobia no forma parte originariamente de la filosofía de estos colectivos. Los movimientos de este tipo de décadas anteriores nunca fueron dirigidos en contra de los turistas mismos, sino siempre fueron enfocados en contra de donde ellos situaron el origen del problema identificado, que son principalmente las grandes empresas, los turoperadores y las inmobiliarias. No obstante, en el 20-O sí hubo mensajes contundentes contra los turistas mismos («tourists go home», «coge la maleta», «fuera de mi casa», «hediondo», etc.) y actuaciones provocativas cargadas de ira (peinetas, invasión de la playa de Troya), lo cual podría mostrar la incapacidad de control de los convocantes sobre la variedad de perfiles atraídos y, además, incluso se podría cuestionar si fue correcto permitir un acto, esta vez sí anti-turista, precisamente en zonas turísticas.

Si bien hay una parte anti-turismo del núcleo, la mayoría de los manifestantes protestan contra cómo ha sido gestionado el turismo.

El decálogo de Ben Magec y las reivindicaciones del 20-O

El grupo ecologista Ben Magec, en su papel de aglomerador del amplio espectro de organizaciones ecologistas, ha resumido las reivindicaciones de la protesta en un Decálogo que  describe diez problemas fundamentales, seis de los cuales son de carácter puramente ecológico («depredación del suelo», escasez de recursos hídricos, consumo energético, emisiones de CO2 del transporte, aguas residuales, daños a los ecosistemas) y cuatro de carácter socioeconómico (inflación, pobreza y «precariedad laboral», vivienda, modelo turístico). Cada punto del decálogo está  vinculado a una o dos reivindicaciones.  

En todos los casos se atribuyó, de forma muy simplista, el origen del problema directamente al turismo y de aquí se derivaron demandas a veces muy genéricas. En este sentido, si se analiza más profundamente la conexión entre el problema identificado, su causa y su demanda, se pueden descubrir errores en la lógica argumentativa. Por ejemplo, el problema de las aguas residuales (punto 5 del decálogo) ha sido atribuido únicamente a los turistas, cuando es evidente que el volumen de aguas residuales depende de la población total. Esta proyección distorsionada de los diversos problemas ecológicos, sociales y económicos sobre el turismo se repite también en los demás puntos del Decálogo.

Esquema del decálogo de Ben Magec (20-O) y reivindicaciones asociadas

Acceso a una vivienda como principal motivo de las protestas

Los cuatro problemas socioeconómicos del Decálogo giran en torno a un tema: el acceso –casi imposible– de la población a una vivienda a precios justos de alquiler o de compra (en un contexto de fuerte inflación de la cesta de compra). Esto se debe a un «cóctel diabólico» de tres elementos principales: el aumento rápido y descontrolado de los alquileres vacacionales, la falta de construcción de viviendas gratuitas y sociales durante décadas y la incertidumbre que transmite a los inquilinos la Ley de Vivienda española de 2023 (que no protege a los propietarios y, por lo tanto, hace que muchos pisos permanezcan vacíos).

El siguiente gráfico muestra la evolución de las plazas turísticas en Tenerife, donde se pone de manifiesto que las plazas tradicionales no han aumentado significativamente, como suelen afirmar los manifestantes, ya que las plazas hoteleras apenas han aumentado desde 2010 hasta la actualidad (de 86.259 a 89.230 plazas hoteleras), mientras que las plazas no hoteleras (bungalows, apartamentos) han pasado de 51.920 a 36.220 durante este periodo. Fue durante este mismo periodo cuando se añadieron las viviendas vacacionales, pasando de cero a la cifra actual de 102.376 plazas, lo que representa actualmente el 45% de la capacidad total de Tenerife.

Capacidades alojativas de Tenerife 1985-2023 (línea azul: camas extrahoteleras/ línea roja: camas hoteleras/ línea verde: suma camas tradicionales/ flecha azul oscuro: camas de alquiler vacacional).

Es evidente que una evolución no planificada en estas proporciones es socialmente insostenible, sobre todo cuando se produce en un contexto de escasa disponibilidad de viviendas sociales/asequibles y de incertidumbre jurídica para los propietarios en el alquiler a largo plazo. Es igualmente obvio que este problema no es tanto causado por los turistas, sino más bien basado en la inacción a largo plazo en todos los niveles de la gestión pública:

Gobierno local (municipio) e insular: Falta de acción política y decisiones de gestión con respecto a la construcción de viviendas gratuitas y sociales, por ejemplo respecto de la clasificación del suelo urbanizable a estos efectos.

Gobierno regional: Falta de acción política y decisiones de gestión en la regulación de las viviendas vacacionales, que fueron reguladas inadecuadamente en un decreto de 2015 y que deberían haber sido reguladas definitivamente a más tardar en 2017, cuando importantes apartados del decreto fueron anulados por el Tribunal Supremo.

Gobierno nacional: Incumplimiento de los objetivos sociales de la Ley Nacional de Vivienda, lo que ha provocado inseguridad y la retirada de viviendas del mercado de alquiler de larga duración en toda España.

Las conclusiones de los movimientos del 20-A y del 20-O

Del análisis del Decálogo se desprende que es extremadamente impreciso en cuanto a la identificación de problemas, atribución de causas y formulación de propuestas concretas. Contiene numerosos errores en la interpretación de las causalidades (siempre proyectadas sobre el turismo) y en la formulación de demandas, en su mayoría, inespecíficas (por ejemplo, se aboga por un modelo económico alternativo sin describirlo). Sin embargo, estas protestas deben tomarse en serio, al menos por dos razones: en primer lugar, el problema de la vivienda está vinculado a la capacidad de carga social del turismo, que claramente afecta a más del 0,4% de la población que protesta, y en segundo lugar, estas protestas pueden motivar a los políticos a actuar y resolver los problemas ecológicos (como el problema de las aguas residuales), en la medida en que estas cuestiones tengan relevancia en las campañas electorales.

En resumen, se puede decir que, aunque las protestas a menudo se dirigen a los turistas, en realidad se refieren a la falta de una gestión turística a largo plazo, así como a la falta de una política clara en prácticamente todas las cuestiones cotidianas importantes (por ejemplo: la regulación de las viviendas vacacionales, la construcción de viviendas, la construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales, etc.). Definitivamente no ha habido una política turística clara por parte del gobierno, que no solo no actuó sobre los temas turísticos más importantes durante varios años, sino que tampoco desarrolló una narrativa adecuada para explicar a la población la importancia del turismo para su prosperidad.»

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Consideración final: ¿revolución, evolución o distorsión?

Finalmente, después de un año de la primera protesta, es el momento de concluir si esta «revolución» (con la representatividad poblacional aludida arriba) ha potenciado alguna evolución positiva en el turismo. Nótese que las acciones correctoras para el problema central de la protesta, la vivienda, ya se estaban produciendo antes del movimiento del 20-A (anteproyecto de Ley del alquiler vacacional restrictiva, inicio de medidas dinamizadoras para facilitar nuevas construcciones de viviendas,..). La limitación de compra de viviendas para no residentes, otra reivindicación del 20-A, ya formaba parte desde el 2021 de las deliberaciones de la comisión del reto demográfico, que, no obstante, no ha logrado materializar ninguna propuesta de acción que vaya más allá de una simple petición de excepción a la UE por la condición de RUP. 

Ello no quita que algunas reivindicaciones medioambientales (p.ej. los vertidos al mar) parece que necesitan convertirse en temas electorales para sean solucionados por los responsables públicos y ello sí podría ser un logro del movimiento como únicos denunciantes de la sociedad de este desajuste.

Por otro lado, si nos fijamos en la imagen del turismo en sí, ha sufrido daños importantes en el 2024, tanto en el exterior como en el interior. En el exterior, por ejemplo la imagen del 20-O de los turistas rodeados en la  playa de Troya ha sido publicada en varios diarios internacionales, causando una imagen de turismofobia que no se corresponde con el sentir general local. En el interior se puede decir que el principal motor de la economía canaria también ha sufrido daños, por ejemplo por la imagen proyectada del empresario turístico por los manifestantes («reparto de riqueza», «salarios de miseria», «precariedad laboral»), sin que haya una contra-narrativa objetiva, p.ej. sobre la riqueza que produce realmente el turismo.

Las «fotos de la vergüenza» del 20-A (izquierda; algo previa al 20A) y del 20-O (derecha).

Además, el 20-A podría haber reforzado en la sociedad falsos mitos turísticos ya presentes, como por ejemplo que las inversiones en infraestructuras turísticas sólo serían posibles introduciendo un impuesto turístico a los visitantes (obviando el récord de impuestos ingresados en 2024), aunque este impuesto&tasa en ambas manifestaciones parece haber sido entendido y planteado por los activistas como una herramienta disuasoria, es decir, para que los turistas no vengan («Queremos Ecotasa, vete pa’ tu casa«; «Sí Ecotasa, fuera de mi casa«). En este sentido, se puede decir que estamos ante una distorsión de la realidad turística, en un contexto, ya de por sí distorsionado, donde no existe una narrativa coherente sobre las aportaciones reales del turismo a la sociedad. 

Sea como fuere, hoy el calendario marca el aniversario del principio del movimiento 20-A, y, a menos que se produzca una reestructuración interna del núcleo manifestante con un proyecto coherente a largo plazo, el próximo 20 de octubre el calendario marcará el aniversario del día en que este movimiento tuvo su fin.

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Artículo relacionado en este blog:

“Turismo de masas, turismo masivo y su (no-)gestión”, febrero 2025.
“….¿Y qué ha pasado con los manifestantes en los meses entre el 20-A y el 20-O? Dado el éxito de la primera protesta, tuvieron una gran oportunidad para organizarse y consolidarse con un proyecto coherente a largo plazo. No fue el caso.  Se mostraron incapaces de construir un proyecto estable y coordinar los grupos heterogéneos que conformaron la protesta. Posiblemente ahí, junto con el traslado de la protesta a la misma puerta del turista,  radiquen las causas principales de la bajada de participantes  a unos 10.000 en el 20-O. Probablemente, este movimiento haya tenido un principio (20-A) y un final (20-O), limitándose las protestas posteriores (y las futuras) a acciones aisladas anti-turismo o actos vandálicos que no cuentan con la aprobación de la sociedad a la que pretenden representar. Ello no quita que exista una demanda patente de la sociedad por una gestión sostenible del turismo y de la evolución poblacional, de crear un nuevo marco para el desarrollo del turismo de masas, sin que sea masivo.”


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