Leyendas urbanísticas: Los falsos mitos sobre la moratoria turística

Con la reciente declaración de intenciones del Ejecutivo canario de prorrogar la moratoria turística en Canarias, ya hacia su tercera versión autonómica, el término moratoria y todos los mitos relacionados al término vuelven a recobrar actualidad. En este post se tratan de forma muy breve algunos de estos mitos, que en la pasada década, equivocadamente, se han asociado directa o indirectamente a la moratoria turística y que, también equivocadamente, se le vuelven a intentar atribuir algunos a día de hoy para justificar su prórroga.

 

Mito 1: “La moratoria regula la oferta y limita el crecimiento de camas”

La primera moratoria (Ley de Directrices, 2003) ha provocado todo lo contrario: un mayor crecimiento de camas del que se hubiese producido sin la moratoria. En el periodo del 2001 al 2007 Gran Canaria aumenta en un 33,46% sus camas hoteleras (de 35.855 a 47.853 camas) y Fuerteventura incluso casi las triplica (de 10.662 a 31.361 camas). Ello se fundamentó en que un gran número de empresarios con licencias de construcción en vigor, las cuales veían peligrar por su inminente suspensión, comenzaron con la construcción de sus proyectos aprobados.

En cuanto a la segunda moratoria (Ley de Medidas Urgentes, 2009), una vez ejecutadas ya la mayoría de las licencias urbanísticas vigentes, los efectos son distintos según qué isla se mire. Durante la semana pasada se opinaba desde Tenerife, la isla favorecida por la moratoria, que “la actual regulación ha cumplido con su objetivo principal que era la parada en la construcción de nuevas camas”. Habrá sido el objetivo de ellos, por el proteccionismo que supuso sobre su cama hotelera. En el caso de Gran Canaria la segunda moratoria, al impedir la aparición de nuevas camas, ha inducido a una pérdida de capacidad alojativa del destino, pues a partir del 2007 la isla pierde más de 35.000 camas extrahoteleras por expulsión del mercado. Legislativamente se le puede poner un techo al número de camas, pero no un fondo, pues el mercado expulsa las camas que no tienen razón de ser. Por tanto, el “ni una cama más” con mantenimiento del potencial competitivo propulsado por los defensores del “crecimiento cero” se ha convertido en un “muchas camas menos” con una grave pérdida de poder competitivo.

En definitiva, en Gran Canaria la primera moratoria produce una explosión económica con un lanzamiento de más camas al mercado de las previstas, mientras que la segunda moratoria produce directamente una acelerada pérdida de capacidad alojativa del destino, es decir, por un lado “sobre-crecimiento” y, por otro lado, “decrecimiento”.

Para más detalle sobre esta cuestión, ver posts anteriores en este blog: “¿Superpoblación en Canarias?” (sep.2011) o “Los efectos de la moratoria turística (1)” (dic.2010).

 

Mito 2: “La moratoria limita el crecimiento poblacional”

Posiblemente ésta fuera su intención, pero el resultado final ha sido todo lo contrario. Ante la imposibilidad de limitar la libertad de residencia de españoles o europeos a través de una “Ley de Residencia” (puesto que iría contra el principio de libre circulación de la UE) la moratoria se contempló como principal vía de contención del crecimiento poblacional. Sin embargo, la explosión de la actividad económica (por entrada de camas que temían su desclasificación) produce a principios de los 2000 el mayor incremento de población que nunca se registró en las islas. En las cuatro décadas de1970 a 2010 Canarias pasa de 1,1 millones a 2,1 millones de habitantes, un aumento de un millón, del cual 400.000 se producen sólo en la última década de 2000 a 2010. Es decir, Canarias crece desde 1970 hasta 2000 a un ritmo medio de 200.000 habitantes por década y en la década de la moratoria, del 2000 al 2010, dobla su crecimiento a 400.000 habitantes. El epicentro de dicho crecimiento se encuentra en el año 2001 (año del primer decreto de la moratoria) con 65.090 habitantes nuevos en ese año. En definitiva, la moratoria no sólo no ha limitado el crecimiento poblacional, sino que lo ha propulsado a cifras nunca vistas anteriormente en Canarias por su efecto de llamada de mano de obra  por la explosión de la actividad económica.

Para más detalle sobre esta cuestión, ver posts anteriores en este blog: “¿Superpoblación en Canarias?” (sep.2011) o “Los efectos de la moratoria turística (2)” (dic.2010).

 

Mito 3: “La moratoria equivale a desarrollo sostenible

Sólo se puede hablar de desarrollo sostenible si existe un equilibrio entre sus tres pilares: el económico, el social y el medioambiental. Y esto no es el caso en Canarias. En relación al pilar medioambiental podría hablarse de “sostenible”, si relacionamos la sostenibilidad con “sin efectos externos para el medioambiente”, pues al implicar la moratoria ninguna nueva actividad y ningún crecimiento económico, tampoco ha habido efectos externos añadidos. Sin embargo, si aplicamos la “sostenibilidad” también a los otros dos pilares, el económico y el social, cabe dudar seriamente de la “sostenibilidad económica y social” del modelo de intervención canario:

¿Es “socialmente sostenible” a medio-largo plazo una tasa de paro de más del 30% de la población activa en una comunidad autónoma que, además, es una de las dos únicas comunidades españolas que aún va a tener un aumento poblacional (aunque bajo) hasta el 2021?

¿Es “económicamente sostenible” a medio-largo plazo un modelo de desarrollo de una región (cuyo único motor económico es el turismo) que evidencia una total incapacidad de emprender rehabilitaciones en camas e infraestructuras (tanto por parte privada por falta de consenso, financiación y/o viabilidad, como por parte pública por desavenencias partidistas), a la vez que no permite por ley poner en el mercado ni una sola cama turística nueva, todo ello en un contexto internacional donde la oferta de nuevas camas hoteleras moderas está en constante crecimiento?

La actual situación en Canarias dista mucho de poder ser definida como un equilibrio entre los tres pilares del desarrollo sostenible. La moratoria turística, desde su naturaleza completamente estática (“congelo el crecimiento durante 3 años y luego ya veremos”), no contempla importantes aspectos sociales y económicos, que están constantemente cambiando. Es más, la primera moratoria ha actuado como un instrumento desequilibrador de los tres pilares del desarrollo sostenible. Ha sido el mayor desestabilizador social y económico de la pasada década, como hemos podido ver en sus efectos a partir del 2007. En definitiva, no es que el término “moratoria” sea solo diferente a “desarrollo sostenible”, sino que es literalmente opuesto, pues fomenta el desequilibrio de los tres pilares. El término “moratoria turística”, tal como ha sido definido y puesto en práctica en Canarias, más bien equivale a “no-desarrollo” e “insostenible”.

Para más detalle sobre esta cuestión, ver post anterior en este blog: “El equilibrio económico-social-medioambiental” (nov.2011).

 

Mito 4: «La moratoria se fundamenta en una capacidad de carga sobrepasada»

La capacidad de carga es un indicador de sostenibilidad muy importante para la planificación estratégica de un destino turístico, siempre que sea considerada desde el inicio de la fase de crecimiento turístico como una especie de “medida de alarma temprana” o una guía que acompaña, modula y dirige el crecimiento, contexto que sí podría fundamentar una “moratoria flexible y dinámica” como moduladora de un crecimiento programado a largo plazo. En Gran Canaria, sin embargo, la introducción del término “capacidad de carga” ha llegado en la fase de madurez (constituye un elemento importante dentro de la 1ª moratoria del 2003; aparece 38 veces en su texto), pero su aplicación se ha limitado a una definición genérica, que más que pretender modular el crecimiento parece haber tenido como objetivo justificar la restricción cuantitativa (“crecimiento-cero”) que implica esta moratoria de tipo estático. Por tanto, el término no ha servido de fundamento científico para la moratoria, sino más bien para intentar justificar la intervención, sin haber entendido el legislador realmente el significado y sentido del término.

Para más detalle sobre esta cuestión, ver post anterior en este blog: “La capacidad de carga turística” (oct.2011).

 

Mito 5: “La moratoria nos salvaguarda de la depredación salvaje de nuestro territorio y evita errores urbanísticos y arquitectónicos del pasado”

Este es el argumento principal de los defensores de la moratoria. Se fomenta la imagen de una invasión territorialen caso de permitirse nuevas camas, es decir, que la isla en poco tiempo se llenaría de hoteles de forma incontrolada. Este mito lleva implícito varias cuestiones como: que los “depredadores del territorio” (los “malvados” empresarios) están esperando para “consumir” suelo; que se repetirían errores urbanísticos del pasado, como en la Playa del Inglés; que la isla se llenaría de cemento y hoteles hasta el mismo Roque Nublo; que el “territorio” que se pretende proteger es un suelo de propiedad pública.

Cuando se transmite esta imagen catastrofista, parece no tenerse en cuenta que el 50% del suelo insular está protegido por figuras jurídicas (sin contar el suelo rústico), que las edificaciones turísticas en la actualidad ocupan el 2,3% del suelo insular, que las edificaciones turísticas de los 2000 tienen un perfil arquitectónico muy diferente a las edificaciones de los años 70 y 80 (ver ejemplo en la siguiente imagen), a las que muchos identifican con “errores pasados”, y que el llamado “territorio”, en su gran parte, no es un suelo de propiedad pública sino privada.

Nota: Pinchar en la imágen para ampliarla. Recordemos que durante los años 90 en Gran Canaria no se construyó ningún hotel, pues esta isla ya tenía entonces, como única isla canaria, su primera moratoria a través del PIOT desde 1992 hasta 1998; en 1991 la isla disponía de 35.085 camas hoteleras y en 1999 tenía 35.018, prácticamente las mismas.

 

Para más detalle sobre esta cuestión, ver post anterior en este blog: “Los depredadores del territorio” (oct.2011).

 

Mito 6: “La construcción de nuevas camas frenaría la renovación turística”

A menudo se argumenta que la construcción de nuevas camas frenaría la renovación turística: “Si se abre nueva planta hotelera se echará del mercado a más camas extrahoteleras, que no se renovarán” (García Márquez, en La Provincia, 10.10.2011). En la misma frase encontramos una gran contradicción: la demanda de la cama hotelera de 4 o 5 estrellas no tiene nada que ver con la cama extrahotelera.

El Patronato de Turismo de Gran Canaria está invirtiendo notables esfuerzos en abrir nuevos mercados (francés, ruso,..), pero se encuentra con la demanda de camas hoteleras de alta categoría, las cuales no tenemos para cumplir con las exigencias de la demanda. ¿Se pretende meter con calzador en el apartamento renovado a quien pide un hotel de alta categoría?

La construcción de nuevas camas hoteleras en Gran Canaria no afecta a la renovación de las camas extrahoteleras, pues se trata de diferentes segmentos de clientes, de diferentes propietarios de establecimientos e, incluso, de diferentes núcleos turísticos. La puesta de nuevas camas hoteleras en el mercado y la rehabilitación de las camas extrahoteleras deberían ser procesos paralelos.

Para más detalle sobre esta cuestión, ver post anterior en este blog: “Una intervención seriamente cuestionada” (oct.2011) y “Movilidad e Inmovilismo” (dic.2011).

 

Mito 7: “Gran Canaria tiene una sobreoferta de camas turísticas”

Desde el punto de vista económico una “sobreoferta” implica un desequilibrio entre la demanda y la oferta, en el sentido de que no habría suficiente demanda en el mercado para ocupar la oferta de camas. ¿Realmente es este el caso actual de Gran Canaria? No, no es este el caso porque no hay una falta de demanda hacia el destino en cuanto a camas turísticas, pues mientras una parte de la oferta alojativa tiene medias de ocupación muy altas (principalmente camas hoteleras en núcleos nuevos), hay otra parte que no consigue una ocupación que rentabilice su negocio (principalmente camas extrahoteleras en núcleos viejos). No estamos ante una sobreoferta de camas, sino ante una excesiva oferta de camas obsoletas, que es algo muy diferente. El primer término implica un desequilibrio entre demanda y oferta (que afecta a la oferta de forma global), mientras que el segundo término implica el envejecimiento de una parte de la oferta (sin que exista una recesión en la demanda global por el producto “cama turística en Gran Canaria”). Por tanto, Gran Canaria no tiene una sobreoferta de camas,  sino que una parte importante de su oferta ha envejecido de tal manera que no encuentra mercado. Ante el fracaso del lema “ni una cama más” de la primera década del 2000, el lema de esta segunda década debería ser “ni una cama menos”, pues el destino pierde plazas turísticas de forma acelerada y, con ellas, los puestos de trabajo que representan esas plazas.

Para más detalle sobre esta cuestión, ver post anterior en este blog: “¿Sobreoferta de camas turísticas?” (jun.2011).

 

Mito 8: “Los incentivos de la Ley de Medidas Urgentes fomentan con éxito la rehabilitación”

En Mayo 2012 la Ley de Medidas Urgentes termina su periodo de vigencia (3 años) y podemos clasificar sus “incentivos rehabilitadores”, sin lugar a dudas, como un rotundo fracaso. Recordemos que los incentivos teóricos en que se basa la ley son cuatro:

1) Renovación con regalo de camas por aumento de categoría (Art.14): Este incentivo fracasó. Posiblemente el legislador se haya olvidado de que, normalmente, cuando se aumenta la categoría, se tiende a reducir camas, más que a aumentarlas (ver ejemplo del Hotel Apolo en Playa del Inglés). Además, también olvidó que los m2 previstos por cama en la legislación de los 90 impedirían a la amplia mayoría de establecimientos de Gran Canaria beneficiarse de ese incentivo.

2) Convenio de Sustitución (Art.13): Tan sólo un proyecto pidió acogerse al artículo que permite tirar abajo un complejo y edificar en otro sitio, pero fue rechazado por el Cabildo de Fuerteventura. Este incentivo ha fracasado totalmente.

3) El hotel-escuela de 5 estrellas de gran lujo (Art.16e): En dos años y medio no se ha presentado ni un solo proyecto. También aquí el legislador olvidó la dificultad que implica la categoría 5*GL de por sí, como para, además, añadirle la condición de hotel-escuela. La semana pasada una empresa de Fuerteventura anunció que obtuvo el visto bueno del Gobierno para hacer un hotel 5*GL según el artículo 16e, sería el primero. Sin embargo, dispone de un Plan Parcial que ha sido anulado por el Tribunal Supremo y, por tanto, el Ayuntamiento no se ha aventurado, según lo publicado, a extenderle la licencia pertinente al promotor (según La Provincia, 24.11.2011). ¿Es posible que el afán por anunciar un hotel de gran lujo “made by medidas urgentes” haya hecho pasar por alto al Ejecutivo la frágil situación jurídica del proyecto?

4) Reconversión a iniciativas de ocio (Art.17.2) : Los pocos grandes proyectos comerciales presentados no fueron aprobados hasta ahora (p.ej. zona Meloneras) y no se presenta ni una sola iniciativa de un parque de ocio importante. Tan sólo se aprueban algunos pocos proyectos pequeños en Lanzarote y Fuerteventura (cambios de uso por locales comerciales y parking).

La mayoría de los proyectos en Fuerteventura y Lanzarote, que son anunciados repetitivamente como éxitos de la Ley de Medidas Urgentes, no se basan en los cuatro incentivos de rehabilitación de la ley, sino en el hecho de que acogerse a la ley permite obviar algunos trámites de las corporaciones locales, lo cual puede agilizar un proyecto en más de dos años. Habría que empezar por preguntarse si es normal que los trámites locales duren tantos años y, sobre todo, lo siguiente: ¿Es necesaria una ley para sortear otras leyes o normativas vigentes? ¿No sería más lógico derogar o simplificar las leyes o normativas que crean el embudo, en vez de crear otra ley más que amplia la “maraña burocrática”?

Para más detalle sobre esta cuestión, ver posts anteriores en este blog: “La ley de la selva y la inseguridad jurídica” (abr.2011); “La importancia del binomio turismo-construcción en el empleo” (feb.2011); “Ley de Medidas Urgentes: ¿urgencia para qué?” (sep.2010).

 

Conclusiones

Antes de lanzarse a una prórroga de la moratoria habría que analizar bien si sus efectos han sido los deseados y plantear bien qué se pretende para la planificación turística de la segunda década de los 2000 considerando la actual realidad económica y social y la situación de nuestra oferta turística en el mercado europeo. Nadie pretende dejar de lado el pilar medioambiental en la planificación del crecimiento, pero lo que no vale ahora es prorrogar un modelo que ha fracasado en todos sus aspectos, únicamente porque no se quiere reconocer su fracaso, por querer justificar gestiones anteriores o simplemente por no querer enfrentarse a los mitos institucionales que años atrás se han creado y que hoy tienen un anclaje muy profundo en la sociedad, como el mito de los depredadores del territorio.

Quizás ha llegado el momento de desvincularse de justificaciones de gestiones políticas pasadas y hacerse sincera- y objetivamente la siguiente pregunta: ¿Soportaría Gran Canaria económica- y socialmente una tercera moratoria turística?

 

Artículos relacionados:
«¡Otra moratoria turística canaria! ¿El cuarto tropezón en la misma piedra?», Daniel Garzón Luna, 30 de noviembre 2011.
«La moratoria turística: tropezar tres veces en la misma piedra», Daniel Garzón Luna, 14 de agosto 2008.


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